Muéstrame lo que tienes (Clato)

Sábado, ocho de la mañana. Agradecía que el frío que había azotado el Distrito 2 esta semana se hubiese identificado, porque tanto el horario como el clima era perfecto para evitar que un montón de aficionados interrumpiesen mis prácticas. A veces no podía evitar poner los ojos en blanco al ver sus intentos en la zona de lanzamiento de cuchillos. ¿De verdad creían que aquello era tener habilidad? Por favor, con suerte sabían agarrar el cuchillo de manera correcta. Si salían sorteados en los Juegos del Hambre, sería muy fácil hacerlos papilla.


Salí de mi casa bien abrigada, tras haber tomado un suculento desayuno para mantenerme fuerte y en forma. Caminé hasta el centro de entrenamientos, ya que ellos me ayudaba a ejercitar las piernas, y abrí la puerta de manera brusca, para encontrarme con el lugar vacío, lo que fue un completo alivio. Me quité el abrigo, dejándolo a un lado y avancé hasta donde se encontraban mis preciadas armas, brillando solamente para mí. Me sonreí de manera ya inconsciente al tomar una daga y tocar la punta filosa con la yema de uno de mis dedos, comprobando lo letal que podía ser. Un simple movimiento y cualquiera a mi alcance, moriría. Que vulnerable que es el ser humano, tan poca cosa...

Estaba por disponerme a lanzar, cuando la puerta se abre con fuerza, haciendo un ruido que me hace voltear, frunciendo el ceño y apretando los labios, ya que odio que interrumpan mi tranquilidad. Un chico alto, rubio y fornido ingresa al centro y lo reconozco de inmediato. Cato. Ruedo un poco los ojos y le doy la espalda, volviendo a apuntar - No voy a decir que me sorprende. Eres el único que viene por aquí a estas horas - comento con naturalidad, sin mirarlo y clavando los ojos en mi objetivo. Lanzo el cuchillo con fuerza y sonrío al notar que, obviamente, queda clavado en el corazón del blanco.

Las mañanas en la rustica casa que tenía eran de lo peor despertándome a las horas de la madrugada provocándome insomnio, las cosas se estaban poniendo cada vez mas duras.
Las urnas ya estaban listas y solo bastaban días para que la recolección de tributos comenzara, la verdad es que estaba muy ansioso por empezar la casería.
Estaba como todo la semana entrenándome cada día mas y mas duro, esta vez las cosas cambiarían para mi, dejaría de ser el hazme reír del pueblo y comenzaría desde cero y si quería ser el ganador como claro esta siempre lo era, tenía que ser el mejor...

Cuando llegue a el campo de entrenamiento, había una chica tirando cuchillos no es que no fuera buena ni nada por el estilo es que solo le faltaba pulir sus habilidades.
Ella me hable y en ese instante me entere de quien hablaba, Clove, entonces como acostumbraba empezó alardear sobre su capacidad sobre lanzar un simple cuchillo y darle.
Me quite la chamarra de cuero y la bote por un lado esperando que me mostrara mas de su espectáculo, pero simplemente festejaba por su cuchillo clavado.

- eso es todo- dije riéndome sin poder evitarlo –te muestro- entonces tome los 5 cuchillos que tenia en su mano, los lanzo uno tras otro simultáneamente, dándole aparte de donde estaba el suyo rodé a los que también estaban hay en las partes marcadas como puntos exactos para matar a una persona –te falta mas coordinación- dije acercándome a quitarlos y dárselos, eso la enojaba, es lo que buscaba…

Cato y yo nunca habíamos sido amigos. Ni siquiera me interesaba serlo, y punto. Ambos estábamos allí para entrenar y ser coronados como vencedores alguna vez, sabiendo que la muerte de uno significaba la victoria del otro. No me interesaba su amistad, porque no iba a cogerle afecto a alguien que tendría que ver morir en caso de tener que participar a su lado. Admitía que era fuerte, pero nunca se lo diría, porque sabía que su ego era casi tan grande como su cabeza. Generalmente su actitud egocéntrica lograba ponerme de mal humor, por lo que intentaba evitarlo.

Y ahí estaba. Justo cuando me proponía a seguir tirando, vino a darme estúpidas indicaciones, algo que me hizo poner los ojos en blanco casi de inmediato. Me crucé de brazos mientras miraba como el chico cogía unos cuantos cuchillos y los lanzaba sin fallar, lo que me saca un bufido. Una sonrisa socarrona se asoma por mis labios, sin saber bien sin decirle las cientos de cosas hostiles que se me ocurren o no. Sé que intenta hacerme enojar, por lo que cuando me pasa los cuchillos los tomo sin decir una palabra y alzo la cabeza de manera orgullosa. Me concentro, dándole la espalda, y lanzo. Como siempre, los cuchillos quedan clavados allí donde apunté, apenas vibrando por el impacto. Me volteo para mirarlo con superioridad. - ¿Decías, Cato? - murmuro burlona.

Me alejo de él para ir por las lanzas, que me resultan livianas y fácil de manejar. Jugueteo con una entre mis manos y la lanzo, clavándola en el blanco. La otra le sigue muy de cerca y me quedo con las manos vacías y el orgullo brotándome por los poros. Siempre tan sencillo. Voy por las armas y comienzo a arrancarlas del blanco con naturalidad - ¿No te es suficiente todas las horas de entrenamiento de la semana? - pregunto, echándole una mirada - Creí que iba a tener el lugar para mí sola, ya sabes... - me encojo ligeramente de hombros. Luego lo miro con curiosidad - ¿Acaso lo haces porque te vas a presentar voluntario?

Las cosas con esta chica siempre habían sido distintas, nada como ahora me veía, solamente como una persona mas arrogante a la cual pronto tendría que matar, claro que si por lo menos tuviera la oportunidad de hacerlo, en fin, no parecía que me temiera, como la demás gente, ni yo tampoco a ella, sabía que tipo de persona era y como yo ella fue criada así, pero era algo mas, simplemente no era una chica a la que eh conocido en estos sitios, si no que ella y yo o por lo menos yo la recordaba de una manera diferente tiempo atrás.

Las familias siempre apostaron por los niños mejores entrenados, yo tuve que entrenar por mi cuenta, abandonar todo tipo de ordenes y seguir como mis instintos me lo marcaba, en cambio savia que esta chica, Clove, había sido entrenada bien... recuerdo que ella entre los niños siempre me ganaba y por eso se sentía muy autosuficiente y ahora, de grande, al parecer no había cambiado en nada, excepto por que yo ya había mejorado y ella seguía con las mismas técnicas y errores que 10 años atrás.
Pero no todo, que yo recuerde siempre fue por las peleas, sus familias, antes de que para mi todo empeorara, se llevaban bien, y por eso, ella y yo tuvimos que fraternizar en cierto punto de la palabra.

Estando entrenando, ahora, había mejorado y alcanzado un potencial, aunque era burdo en cierto punto, aunque eso no la alejaba de ser fuerte y una buena contrincante, no le tenía miedo, jamás, por que ella talvez no se acordara pero sabía quien era la real Clove, como dije no siempre los villanos fuimos malos en la historia.

-si eso esta bien- dije viendo mis dagas, las marcas desde donde yo estaba hasta donde ella estaba lanzando estaba muy lejos, aunque no fue problema para mi, ni tampoco que ella estuviera enfrente de los círculos, tome los cuchillos que había quitado y los lance.
Uno le dio al ras de la oreja izquierda otro a la derecha uno paso por en cima de su cabeza y el cuarto paso por su mano, al parecer creo que no la había lastimado y en cambio le había dado a todos los puntos que ella estaba tratando de apuntar.
-estoy de acuerdo, eh entrenado lo bastante como para no apuntarte a ti cuando estas enfrente del objetivo-
Entonces se escucho la palabra voluntario, en que sentido se basaba conmigo: Se suponía que ser voluntario era porque remplazarías a un familiar.
-por que lo dices Clove a quien voy a cambiar su lugar, el ser voluntario en eso se basa ¿no?- me quede callado y la vi a los ojos llenos de coraje, por la pregunta que dijo
-o es que acaso no recuerdas que no tengo familia- dije lanzando el ultimo cuchillo a lado de su mejilla

Abro grandes mis ojos verdes cuando veo que se dedica a lanzar de nuevo y yo estoy metida en su camino al blanco. Una extraña adrenalina me recorre de pies a cabeza cuando veo los cuchillos en mi dirección y, estoy a punto de reaccionar, cuando siento el aire que rompen en su camino pasar por mi lado. Una ceja irónica se alza en mi rostro, observando donde ha clavado las dagas y no puedo evitar lanzar una risa ante ello, escuchando sus palabras y muevo la cabeza de un lado a otro, sin saber muy bien que decir ante ello - Muy interesante tu demostración, Cato - digo nomas, con un dejo de diversión y sorna en la voz.

Sus palabras sobre que no tienen familia son las que me hacen suspirar y cambiar un poco la expresión de mi rostro. Sé muy bien de lo que estaba hablando, pero yo no iba a ponerme a debatir con él sobre su familia y sus problemas personales, porque no era de mi incumbencia. Ademas, confiar el uno del otro supondría una debilidad en algún momento y yo no estaba para esa clase de cosas. Me habían enseñado a no dejar de ser fuerte ni abandonar el orgullo propio. No pensaba hacerlo con los Juegos del Hambre tan cerca. Me dedico entonces a sacar los cuchillos del blanco con tal de hacer algo y no tener que mirarlo a sus ojos claros mientras hablo.

- Pero creí que te presentarías voluntario, no por ocupar el lugar de alguien más, sino por orgullo y honor. Tienes pinta de alguien que buscaría ser simplemente... "alguien". No un don nadie que forma parte de aquellos que son uno más del montón - me encojo de hombros, como si estuviese diciendo algo obvio. En nuestro distrito, todos saben lo importante que es ganar los Juegos para limpiar un nombre y hacerlo inolvidable. Cuando termino de juntar los cuchillos, me volteo y lo miro nuevamente. Me acerco a él y dejo todo en su lugar, aunque en lugar de irme, me siento en el borde de una de las mesas donde reposan algunas lanzas. Dejo mis piernas colgando y lo miro fijamente, como si quisiese penetrarlo con la mirada.

- Por mi parte, ese es mi plan. Mi padre consideraría que soy un orgullo para él y la nación si gano con gran habilidad. - sonrío un poco - Serías un gran aliado, Cato. A veces me sacas de quicio pero, la verdad, no podría matarte porque una parte de ti me agrada - suspiro con un fingido aire teatral y dramático - ¿No crees que sería increíble sentir los aplausos? ¿Que la gente te admire y reconozca lo genial que eres con las armas? Que tanto entrenamiento no sea en vano.

Me pregunto maldita sea por que todos estaban obsesionados a esos malditos juegos, esas estupideces destrozaban a familias enteras pero, no, ella que podía estar pasando estas mañanas con su familia, tener la oportunidad que yo nunca tuve en por lo menos discutir cada mañana desde que simplemente era un niño.... pero en fin, eso no era lo que la chica estaba buscando, eso realmente no le interesaba, entonces cuando nuevamente tenia en mis manos las dagas, la voltee a ver cuando se fue acercando a una mesa para sentarse, mientras que yo tome la espada que tanto amaba practicar con esa cosa, al parecer era la cosa que mas quería en todo el mundo, era perfecta, un arma de dos filos, talvez por eso era lo único que la consideraba ya como parte mía.

Cuando vi la hoja de la espada también reflejo a la chica, que jugaba con sus pies, eso era como regresar al pasado, cuándo creo que todo era mejor para todos en este maldito mundo.
En las cosechas de los años anteriores, cuando nosotros apenas éramos unos niños, siempre hacían fiestas para disfrutar del espectáculo televisivo, nunca me gusto estar presente, y en mi primera año con 7 años antes de que todo se borrara, las familias de Clove y las mías siempre eran las que participaban en aquellos banquetes.
Ella era tan delicada, tan... sutil que nunca nadie creyó en que se terminaría convirtiendo en... esto... en un arma de doble filo; Regrese a la realidad por un segundo cuando ella comenzó hablar.
"don nadie" eso era simplemente lo que sabía que era por estos momentos y lo que mas me enojaba que dijeran de mi, eso era lo que toda la gente creía de Cato.
El niño perdido de los Rybak que gracias a la maldición de sus padres, el niño había acabado convirtiéndose en un mounstro completamente, sin futuro, sentimientos o tan siquiera una razón de vivir, una persona con absolutamente NADA.
-tienes razón, nunca me eh llevado con los del montón, nunca me a gustado ser un perro mas de la manada, sino que ellos sean los que sigan y obedezcan como buenos cachorros que son todos; me a gustado siempre que las cosas salgan como quiero- dije dejando la espada tomando nuevamente una lanza, en realidad 3, entonces me acerqué a unos obstáculos de plástico en los que corrías saltando por encima de ellos, me coloque en la salida y salte, era fácil seguir el paso veloz y a la vez lanzar las lanzas a los puntos en los que YO querría que quedaran.
Cuando di el ultimo salto, note que las lanzas estaban perfectamente clavadas en los puntos -los novatos que se unen siempre conmigo, si no sirven o simplemente...- safé una lanza- no siguen ordenes...- así que tome la lanza y la avente a unos cuantos centímetros a lado de la cabeza de Clove clavándola en el yeso de la pared de atrás -no creo que duren mucho para contarlo-
-los padres siempre se van enorgullecer por vernos ganar, por sentir que no son los aplausos para ti.... ni las recompensas, si no son para ellos- dije recordándolo por quien había sido en realidad mi padre. Entonces se escucho lo tanto deseado que un novato dice a una persona que le inculca miedo, aunque por lo menos con ella estaba en dudarse.
-¿aliados?- dije en tono de burla observando la lanza clavada a unos pasos de ella
-no crees que ya estamos muy grandecitos para eso- dije tratando de hacerla pensar, por lo menos, si es que no se había olvidado de lo que años atrás que habían pasado.
-como te dije las personas son las que controlan, no el arma, por lo menos yo, tengo control bajo lo que hago no se tu- dije acercándome nuevamente a la espada -los aplausos y las alavaciones ya las tengo desde hace mucho tiempo, el temor y el reconocimiento lo fui haciendo yo y no precisamente con entrar a los juegos...- pero no estaba mal en tener a una chica que matara por ti, por lo menos no ensuciarse las manos en gran parte -chica de las coletas azules por que no- dije teniéndole mi mano, de la misma manera que en aquella velada…